Cuando algo duele, y las palabras no pueden darle un nombre, no significa que no se sepa que es ese dolor. 
 En un primer momento  ese dolor es una verdad absoluta, es la certeza de que algo dentro mío esta vivo, es la certeza que algo esta mostrándose para aprender , es la invocación a esa voz que nace de mis años profundos ya vividos aunque vedados por la conciencia fragmentada de este mundo aprendido. No es un mero sentir, es el dolor físico de una herida en el medio del pecho, es la imagen de un abismo que se abre sin saber que hay allí, es un océano  en el medio del estomago, infinito y profundo, su expansión no es medible con el tiempo y espacio. Hay algo  que entra en el terreno de lo desconocido, pero no por ello invento. Dolor tan sabio que derrama  lágrimas para  limpiar la herida y ver. Cuando algo duele en tal magnitud, no se sufre, porque es portadora de una verdad, y la verdad sea cual fuera es  el camino a sentirse en paz.

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